"The Purge: Anarchy" tiene tantas
ideas que es casi imposible imaginarlo. Pero a la vez tiene tantas ideas que no sabe qué hacer con ellas.
En algún rincón del torpe desastre que es la segunda película Purge hay discusiones sobre la guerra entre las clases y la opresión del sector demográfico empobrecido. Hay incluso algo de un esfuerzo sincero por descubrir la psicología de un asesino – para sacar a la luz que podría llevar a un individuo común y corriente a decidirse a tomar armas para purgar su corazón un día cada año. Se intenta estudiar incluso la moral detrás de dichas purgas. ¿Puede justificarse esta acción para cobrar venganza? ¿Podría permitirse para igualar el campo de juego? ¿Acaso se debe permitir para echarle los perros salvajes a los que los libraron? ¿Existen circunstancias particulares que justificarían este curso de acción? Se hacen muchas preguntas en “The Purge”. Y muchas ideas son presentadas.
Tristemente ninguna de estas ideas es desarrollada lo suficiente para despertar un gran interés. La película prefiere hacer hincapié sobre otro aspecto (y la verdad es que no es sorprendente): la brutalidad y la tensión que vemos a lo largo de toda la película. Cuando tres grupos de víctimas de Purge Night (una madre y su hija cuyas dificultades financieras son obstinadamente reveladas desde el principio de la historia, una joven pareja afluente en miras a separarse y un hombre armado para la purga y con intenciones misteriosas) se unen en un esfuerzo por sobrevivir, las escenas y situaciones crueles, horribles y viles harán que los cinéfilos sensatos no quieran volver a ver una película violenta por mucho tiempo.
No se sabe muy bien lo que “The Purge: Anarchy” tiene en mente, y termina por tomar el camino de un enfrentamiento al estilo “shoot out” en el estilo de tantas películas taquilleras nihilistas fallidas. Siguiendo los pasos de la historia incongrua — hay sugerencias de que los pobres se rebelan contra la tiranía de los ricos pero también trata de despertar sentimientos de compasión y de alejar la sociedad de ese impulso a la purga – llegará un momento donde ya el público no entiende las intenciones de “The Purge” y se pregunta si acaso existen. Y esto hace pensar que no tiene nada en mente la película.
Y es así que el espectador se encuentra frente a un vacío total: 100 minutos de violencia inquietante, personajes más delgados que hojas de papel, una cinematografía grotesca y un dialogo risible. Si no logramos agarrarnos del uno que otro punto de vista que interesante que intenta proponer no queda más que decir que el largometraje no tiene propósito alguno.