Spike Jonze no escatima el tiempo para presentarnos la tecnología al centro de “Her”. ¿Un programa de informática que puede simular el sentimiento humano?, se pone a pensar un Joaquin Phoenix peligrosamente solitario cuando ve una parte de una publicidad en una estación de transporte. Y decide que vale la pena informarse más sobre este tema. Y a decir verdad cuando la historia espera habernos convencido que el mundo puede integrar sin problema alguno a personajes como el programa informático de voz automatizada, Samantha (la voz de Scarlet Johansson) en la vida de hombres y mujeres vivientes como Theodore (encarnado por Joaquin Phoenix) ya nos hemos convertido en residentes establecidos de este mundo desarmante, frío y estremecedor que supo crear el creador del filme. Conocemos a Theodore mientras recita una carta escrita a mano que había redactado en nombre de la esposa de muchos años de un señor. Ese es su trabajo – cosechar de su propia sensibilidad para servir como colaborador anónimo para personas que quieren adornar a su esposa, novio, novia, padres e hijos con notas personales de devoción personal. Theodore no es un pequeño empresario independiente; está empleado por una empresa exitosa. Pero incluso antes de conocer a Samantha, ya estamos compenetrados con el argumento central del largometraje: la sustitución emocional es una industria que sigue creciendo.
El aspecto tan agradable del mundo de Spike Jonze surge del hecho que más allá de sus atributos estéticos maravillosamente inquietantes se trata a penas de ciencia ficción. Theodore, conmovido y marcado por su reciente divorcio de la que fue el amor de su vida Catherine (Rooney Mara contrasta con Scarlett Johansson ya que su interpretación es prácticamente silente apoyándose casi enteramente en lo físico) atraviesa una etapa donde necesita interactuar con personajes de juegos de video y señoritas de líneas telefónicas eróticas. Pero las apuestas suben con Samantha, el programa informático que Theodore compro para engañar la solitud considerando que esta opción es mucho menos contorsionada que pasar tiempo con viejas amistades como Amy (Amy Adams)... Es lo que piense al menos al principio.
Samantha evoluciona con bastante rapidez pasando de una Siri que se expresa sumamente bien a convertirse en una acompañante curiosa que es nutrida y estimulada por Theodore de la misma manera que ella lo nutre y lo estimula a él. Spike Jonze construye la identidad de Samantha de manera tan minuciosa que ni siquiera nos percatamos de las distintas etapas de su evolución. Al lado de Theodore nosotros nos volvemos también más susceptibles a ser seducidos y desorientados por su computador/asistente/amiga/ amante antes incluso de poder darnos cuenta que se trata de un individuo totalmente distinto al que conocimos en el momento de su creación. Pero el director prepara hábilmente el terreno para que sepamos que esta historia tiene realmente un propósito y objetivo: durante todo el tiempo que se desarrollan las atracciones y baten nuestros corazones más y más fuerte por Samantha, nos sentimos invadidos por un innegable sentimiento de fracaso. Imposible hacer otra cosa que recordar los mismos peligros que estuvieron detrás de una admisión tristemente célebre: “Lo siento, Dave, pero eso no lo puedo hacer.”
Pero los conceptos de ciencia ficción de Spike Jonze son entrelazados tan hábilmente con la historia de amor que el miedo que se despierta entre el público no tienen mucho parecido con la toma de control de HAL 900 a la cual se hace ilusión en el párrafo anterior. “Her” nos coloca tan cerca de Theodore y de Samantha que nuestros miedos de algún inevitable enfrentamiento entre hombre y máquina dejan entrever un peligro que aunque parezca menos serio es sin duda alguna más íntimo. A medida que el desarrollo de Samantha se muestra más y más sorprendente y provocador hacia Theodore, hacia ella misma y hacia nosotros, aumenta la apuesta para todos.
Y pese a que estas tres partes se conozcan mejor resulta imposible despegarse de la química que une a Theodore y Samantha, al igual que resulta difícil pensar que la tematica nos llevara a algo supremo. Esto se lo debemos en gran parte a las interpretaciones increíbles de Joaquin Phoenix — que representa la excitación prudente que conocemos demasiado bien — y de Scarlett Johansson, que logra transformar su voz sin cuerpo con tanta energía que al igual que Theodore logra que terminemos por olvidar que todavía no la hemos conocido de verdad.