Después de una hora y un rato más de “Pompeii, el volcán despierta. Hubiésemos pensado que el volcán estaría presente al centro de la historia durante toda la película– esperábamos que los habitantes de este pueblo poco sortario estuviese enfrentándose a este notorio volcán durante los 110 minutos del largometraje. Al fin y al cabo sabemos cuán exitosas han sido las películas sobre volcanes en el pasado. Un buen ejemplo es la película “Volcano”. Y hay otra bien famosa. Pero por alguna razón poco evidente “Pompeii” hizo un doble esfuerzo por llenar tres cuartas partes del largometraje con escenas de batallas en el coliseo, sobre la política de la Roma antigua, amistades poco probables y una historia de amor. Pero esto nos da igual y no nos interesa en absoluto. Nada de esto despierta nuestro interés. Y ya por favor díganme ¿dónde está el volcán?
Para responder a su pregunta: el volcán está justamente a un lado – y ruge. Lanza fumarolas. Causa fisuras geológicas y rupturas en la arquitectura. Esta gran montana permanece omnipresente pero sin realmente imponerse en la historia. No es sino cuando Paul W.S. Anderson avisa que se trata de la « última advertencia» que la película nos abre al deleite de los últimos 20 minutos de un desastre indescriptible. ¡Si no se ha adormecido luego del discurso tejido alrededor de la historia de “Pompeii” no se perderá ni un momento de diversión de la última escena. Esta encierra todo lo que esperaba de la película y en realidad es una entrega espectacular! El humo obliga a los habitantes a huir de sus viviendas corriendo hacia adelante tan rápido como les sea posible. Personajes que son desarrollados poco en la película tienen la oportunidad de brillar al rescatar a princesas sin suerte que escogieron el peor lugar para tener sus casas de campo, o sea al pie de una montana que escupe ríos de lava. Todo se puede resumir con algunas carcajadas. Pero no es más que un postre que apenas vale la pena luego de la larga comida que tuvimos que tragar primero.
Nuestra recomendación para que pueda sobrevivir buena parte de “Pompeii” es que no le preste nada de atención al esclavo/gladiador/ héroes insípido Kit Harington — perdón, Jon Snow — para prestar toda su atención a su acolito: el enfurecido Adewale Akinnuoye-Agbaje — otra vez perdón, Sr. Eko — que establece amistad con su colega de combates y recita sus líneas con una cierta elegancia. En la piel de un senador romano tenemos a Kiefer Sutherland — perdón, Jack Bauer —cuya vanidad extrema le hará recordar al personaje Basil Fawlty (de la serie británica Fawlty Towers) y que ofrece la mano de su hija Emily Browning de la manera más estúpida— ¿Emily? Perdón, ni la menor idea de donde viene esta actriz.
Pero las dudosas referencias a las series de televisión y a ciertas interpretaciones divertidas ofrecidas por Eko y Jack no es suficiente para hacernos olvidar el fastidio y la idiotez que “Pompeii” quiere vendernos como una narración…hasta que nos llega luego el gran espectáculo.
La verdad es que la última escena es una verdadera joya. Es divertido y energético y pudiéramos incluso atrevernos a decir que Pompeii demuestra la futilidad de la vida, del amor, de la amistad, de la política y del orgullo al ver como todo puede acabar y ser exterminado por una repentina explosión volcánica. Pero primero habrá que moverse por las complicaciones extremas para llegar a este momento y queda advertido que la espera no será muy divertida.