La escena de apertura de la película “American Hustle” — un recorrido ruidoso, alocado, con un tono bastante cerebral por las avenidas de las grandes estafas – ciertamente hace recordar ciertos cortometrajes de Buster Keaton. Vemos a un Christian Bale regordete y titubeante (con la finura puede tenerse si se titubea) con un peinado rebuscado y un postizo baratillo y nos hace reír gracias a su comicidad física de pequeña escala y descubrimos más detalles sobre Irving Rosenfeld, el personaje estafador encarnado por Christian Bale, incluso antes de conocerlo o de escuchar su voz.
Pero el silencio será algo casi inexistente durante las siguientes dos horas y media. Los personajes del filme hablan de manera explosiva. Las pasiones son elevadas a su máxima expresión entre Irv, su cómplice y novia Sydney Prosser (Amy Adams), y el venenoso agente del FBI (Bradley Cooper) que obliga a la pareja a entregarse a realizar el golpe más riesgoso de su carrera. La tranquilidad es algo que no tiene lugar en los parámetros de esta operación de grandes riesgos cuyo objetivo es destronar un alcalde de New Jersey, unos italianos mafiosos y seguramente también algunos congresistas deshonestos. Cuando los acontecimientos empiezan a desarrollarse con la precisión de una pieza de relojería fina será necesario esquivar los péndulos ondulantes y los pajaritos cucús que se asoman de cada hueco. Naturalmente la diversión aumenta con la aparición de complicaciones – y estas no se hacen esperar.
Y bastante complicado que se pone todo. En una película de estafa hace falta que algunos aspectos se dificulten. Pero la belleza del filme “American Hustle” se va mostrando con las dificultades. De principio a fin Irv y Sydney son expertos en este juego. Ellos conocen todos los trucos para engañar a los mafiosos, senadores y cualquier otra persona con poca suerte que esté en su camino. Ni siquiera las improvisaciones mal llevadas por el hombre de la ley encarnado por Bradley Cooper podrán descarrilar los proyectos de este dúo.
Las locuras, los fiascos y los motines encierran emociones volátiles, inspiradas en la rivalidad romántica, los egos y la aversión grisácea que sienten muchos de los personajes el uno hacia el otro. Absolutamente todo en el largometraje grandioso, vistoso y de alto riesgo es personal. Se trata de todas las relaciones posibles construidas en base a atracciones toxicas, ardientes, de amor, de odio y amistad entre los personajes dinámicos y de gran riqueza que alimentan la historia y le dan peso a la intriga.
Y prácticamente todo este mundo de personajes con quienes nos tropezamos se verá atraído por los brazos abiertos de la pasión ansiosa. La esposa de Irv, la cascarrabias Rosalyn (Jennifer Lawrence) es sin duda la más chiflada del grupo, se mezcla excesivamente en el mundo de los negocios de su esposo infiel. El sicopáticamente concienzudo de Richie (Bradley Cooper) ve como un enemigo a cualquier persona que intente temperar sus obsesiones, incluso cuando se trata de su jefe pragmático del la zona del Midwest (Louis C.K.). Y a la cabeza de la carrera se encuentra Carmine Polito (Jeremy Renner), que en realidad no conoce su lugar en este enorme juego pero que se lanza para participar con toda la velocidad posible. Todos los personajes adoptan una gran velocidad y la mayoría se las arregla para sobreponerse a la situación.
En la piel de Irv, el singular y poco deseable Christian Bale nos hace explotar de risas minuto tras minuto. Es él quien nos sumerge en este mundo – un mundo de mentiras, de calles de New York, de veladas en Long Island, de Duke Ellington, de postizos, de tintorería, de engañar solamente a los hombres quienes no tendríamos dificultad en librarnos de ellos– y divertirnos imaginándonos en su lugar.
La electricidad de “American Hustle” mantiene a flote la larga narrativa. Nos divertimos con los personajes, con las interpretaciones y el mundo colorido en el que se desenvuelven. El largometraje no insiste que el público se sienta obligado a sentir más que esto pero ofrece de todas maneras algunas escenas para que podamos sentir cierta empatía auténtica hacia Irv y sus semejantes. Estos nos brinda la oportunidad para conocer más de cerca los personajes brillantemente capturados por Christian Bale y Amy Adams, el personaje bien llevado por Bradley Cooper y el personaje de Jennifer Lawrence que ella casi logra encarnar convincentemente con su buen esfuerzo, pero permanecemos completamente libres para conectarnos con los aspectos cómicos de la película. Hay tanto de qué reírse en “American Hustle” y además gozaremos de la buena compañía de personajes bien desarrollados.