Por cualquiera que sea el motivo, se ha visto una avalancha de películas épicas de espadas y sandalias en estos tiempos en la pantalla grande. Pero el Hércules del director Brett Ratner, que ya es la segunda película que coloca en el papel estelar al semidiós mítico este año, es la mejor de todas. No es nada sorprendente que a este largometraje le falte el brillo y la ambición que vimos en las películas taquilleras que ya se estrenaron como “Captain America: The Winter Soldier” y la sublime “Dawn of the Planet of the Apes. Pero lo que escasea en ambición se ve compensado por la más pura y fuerte sensación.
La historia transcurre ya años después que Hércules ha realizado todos los trabajos míticos. Las historias sobre su galantería ya han alcanzado los sitios más remotos de toda Grecia lo cual le resulta bastante conveniente a Hércules y su banda de mercenarios. Pero cuando el Rey Cotis de Tracia (John Hurt) recluta a Hércules para que ponga fin a una rebelión que pudiera sumir la ciudad en el caos -una hazaña que hace que los soldados de Tracia poco experimentados murmuren nerviosamente sobre monstruos, bestias y un hechicero malvado- no da la impresión que los dioses van a favorecer a Hércules.
¿Quién podría haber adivinado que una película de Brett Ratner con Dwayne Johnson en la piel de la figura estelar lograría entrelazar dos células cerebrales? “Hércules” se puede jactar de una narración sobre el poder de los mitos; se examina como nacen las leyendas, como son diseminadas, como son exageradas y hasta cuestionadas, y la historia de Hércules seguirá un camino con virajes inesperados tomando algunos pasos de una subversión invitante e inteligente.
Los rasgos atractivamente rudos de Dwayne Johnson, mejor conocido como The Rock, halagan a este semidiós grecorromano, y el físico del héroe hace pensar que es un regalo de la naturaleza (y del fisicoculturismo). Pero ni el físico musculoso ni la armadura de cuero pueden opacar el carisma tan natural de The Rock. Si bien es la pieza central de la película los personajes secundarios contribuyen momentos de deleite estupendos con las réplicas que ametrallan expertamente en el momento preciso. El personaje que más se hace notar es el adivino Amphiaraus, encarnado por Ian McShane cuya búsqueda para enfrentarse a su destino lo coloca frente a lanzas ardientes. Sí, las bromas tienden a sonar bastante modernas pero justamente por ello la película se diferencia ya que plantea su historia sin el más mínimo interés por apegarse a la antigua mitología griega.
“Hércules” no es de manera alguna una película maravillosa. Ni siquiera nos atreveríamos a decir que se trata de una película buena. Los efectos especiales algo sospechosos y los trajes de época poco convincentes rompen el encanto muchas veces pero en general ofrece una perspectiva del mito de Hércules con tonalidades ridículas pero divertidas convirtiéndola en una obra casi irresistible. La película sabe bien que el tono es un poco tonto y se apega a las reglas estandarizadas para las películas de acción y aventura pero lo hace con tanta devoción y diversión que se hace bien difícil no creer en esta leyenda.