Hay cierto nivel de diversión garantizado cuando escogemos ver un largometraje con la participación de actores talentosos como George Clooney, Matt Damon, John Goodman y Bill Murray. Y usted tendrá precisamente ante usted este nivel de diversión al ver “The Monuments Men” una pequeña sonrisa inherente a la idea de que sus estrellas favoritas están reunidas en la pantalla. ¡Y nada menos con cascos militares que remontan a la época de Franklin D. Roosevelt! Pero la película nos envuelve en un aura de confianza emanada por el capitán del proyecto, George Clooney, que ya parece haberse convencido que nosotros estaremos perfectamente contentos con ojear su pequeño club de lujo.
El director y coguionista está tan seguro de que estamos contentos con estar al tanto del juego que hace el mínimo esfuerzo por refinar el producto para beneficiar a los cinéfilos. Un discurso introductorio del historiador de arte Frank Stokes (George Clooney) establece en seguida los pilares de la historia: los nazi están robando y destruir todos los cuadros y las esculturas de Europa; ¡y hay que apurarse para detener este pillaje cueste lo que cueste! El concepto no se complica más que eso, con la excepción de una discusión dirigida a determinar si vale la pena preservar estos objetos de arte o no. Stokes forma su propio equipo al estilo que vimos en “Ocean's Eleven” sólo que aquí son siete que se arriesgan a formar parte de una misión de rescate al estilo de la vieja escuela donde nos enteramos sobre todo los miembros de esta banda: Damon tiene una esposa, Goodman tiene gallardía, Murray no sonríe jamás, Bob Balaban es arrogante y Jean Dujardin es francés.
Lo que más se acerca a ser un personaje en “The Monuments Men” llega bajo la forma de Hugh Bonneville, un alcohólico en rehabilitación que es empujado a participar en esta misión para librarse del peso de los errores cometidos a lo largo de su existencia. Pero cuando Bonneville no aparece en la pantalla todo el peso se desvanece y con ello también buena parte de la alegría. Sin personajes bien definidos, incluso hombres cómicos como Goodman, Murray y Balaban no tienen mucho que ofrecer… particularmente cuando los chistes del guión no logran suscitar risas en la sala.
Pero esperen un momento, ¿acaso se supone que este largometraje es una comedia? Después de todo, se trata de una historia sobre la Segunda Guerra Mundial. Y por más que Alexandre Desplat quiera hacernos pensar con su banda sonora exageradamente eufórica (aunada con el estreno de la película “The Lego Movie” el mismo fin de semana), la guerra, el genocidio y la destrucción del patrimonio cultural internacional son todos elementos bastante serios. Pero el drama en” Monuments Men” es igualmente fatigante como su humor, entrelazando con gran torpeza una colección de pequeñas misiones en las cuales los desafíos no parecen jamás tomar vuelo. Acompañamos a George Clooney y sus hombres durante sus giras por bases militares, sus visitas a pueblos destruidos e incluso a minas de sal. Una que otra vez se hacen pequeños saltos a Francia cuando Damon le hace una visita a una Cate Blanchett rígida que tiene en sus manos la llave de la misión pero ella no confía en él … hasta que de repente sin aviso alguno cambia de opinión por razones que desconocemos. Jamás llegamos a sentir que estos personajes sean de importancia para nosotros, y ni siquiera entre ellos mismos lo son, y sus aventuras tampoco tocan la fibra del cinéfilo.