Las sombras y las tinieblas son la forma más pura para representar el misterio y la manifestación de lo desconocido. El director James Wan alcanza su mejor momento cuando se enfoca su atención hacia los elementos simples. Su continuación al siniestro y misterioso “Insidious”, titulado sencillamente “Insidious: Chapter 2”, se diferencia cuando los personajes se ven obligados a enfrentar la obscuridad. “Según mi experiencia las cosas tienden a ocurrir al caer la noche,” dice la joven Elise Rainier (Lindsay Seim), una médium en la película de Wan. Ella parece estar transmitiendo las intenciones del director.
El estilo de James Wan busca suscitar el horror mediante los rasgos sicológicos de los personajes. Él se interesa más en las pesadillas que en los fantasmas. “He visto cosas con mis propios ojos que la mayoría de la gente solamente ve cuando duerme”, decía Carl (Steve Coulter), quien fue en el pasado el asistente de Rainier. Para James Wan, el inconsciente es donde se crean los espíritus, y por ende su interés en los traumatismos de la infancia y su efecto nocivo sobre nuestra vida, ya que terminan aterrándonos. La transposición de sus miedos de la infancia a la edad adulta es un factor clave del talento de Wan, pese a que utilice procedimientos como notas musicales sostenidas, ruidos de cacerolas y la anticipación de esta cosa espantosa que se esconde en la oscuridad. Más allá de estos mecanismos “Insidious” se encuentra en su mejor momento al jugar con los límites de la amenaza y el misterio. Wan también merece elogios por preservar la pureza del miedo sin recurrir a las escenas sangrientas, un procedimiento cruel que además disgusta a los espectadores en lugar de asustarlos.
La continuación abre con una escena insinuada en la primera película: como su hijo Dalton (Ty Simpkins), el papá héroe de la película, Josh Lambert (Patrick Wilson), fue aterrorizado en su infancia por un espíritu maléfico. Entra en escena la versión más joven de Elise, que perdió la vida durante su lucha sobrenatural por liberar a Dalton en la primera película. Para encontrar el origen del espíritu maléfico la joven Elise hipnotiza al joven Josh (Garrett Ryan), y él la guía hacia el guardarropa de su recámara. Cuando ella abre la puerta y empuja algunas piezas de vestir sin alcanzar a ver algo, ella se dirige a la oscuridad y pregunta: “¿Quién eres y qué quieres?”
Los mejores momentos de la película sobrevienen al oponer lo sublime a la oscuridad y al misterio. De existir insuficiencias en “Insidious: Chapter 2”, estas se encuentran en los esfuerzos por racionalizar el mundo Wan ha creado junto con el guionista y actor Leigh Whannell. Los buenos filmes de horror exploran más profundamente las tinieblas del misterio en lugar de intentar de esclarecer las motivaciones de los espíritus maléficos. Este segundo capítulo ofrece explicaciones más precisas sobre el mundo de los espíritus que cerró el primer largometraje “Insidious”. Y si bien es cierto que hay quienes pudieran encontrar cierto alivio, el exceso de explicaciones hace desaparecer la poca energía aterrorizadora que Wan supo introducir con tanta inteligencia.
Si bien es cierto que el director se apoya sin discreción alguna en ciertos procesos cinematográficos clásicos del género horror – tal como se indicó antes –, el ambiente inquietante de la película encierra una cantidad de elementos estilísticos particulares. Wan utiliza tomas de ángulo bajo para mostrar las casas embrujadas que se vislumbran en la oscuridad tenebrosa evocando un nuevo entorno para el género con la ayuda de la directriz artística, Jennifer Spence. Toques de coloridos fuertes, especialmente las tonalidades rojas, bien sea en las puertas, los vitrales o la vestimenta. Pero el resto de su mundo está caracterizado por los tonos más oscuros, frecuentemente desarrollados sobre madera que cruje. El decorado también tiene cierto aspecto fantástico, con nubes formadas por la neblina que aparecen repentinamente y se disipan lentamente transformándose en oscuridad profunda, creando un ambiente surrealista entorno a los acontecimientos. No hay nada como lo irracional para escapar de la realidad e inquietar al público, y la película está en su mejor momento cuando insiste en explorar los precipicios amenazantes.