Lograr reunir estrellas como Robert De Niro, Morgan Freeman, Michael Douglas y Kevin Kline en la misma película pudiera parecer una recete infalible para alcanzar un éxito exorbitante y es cierto que a lo largo de la película “Last Vegas” el elenco de superestrellas brilla. Las superestrellas contribuyen todo lo que los actores pueden realmente contribuir a una película y demuestran que hacen lo mejor posible con los elementos suministrados. Pero esta película es prueba de que el guión determina el resultado y “Last Vegas” empieza a resbalar perdiendo la firmeza de su paso debido a un guión endeble que entraba seriamente varias de las escenas estupendamente divertidas.
Al igual que otra comedia que gira en torno a Las Vegas cuyas comparaciones son inevitables la película está basada en una despedida de soltero. Billy (Michael Douglas) está empeñado en mantenerse joven. Está por casarse con una mujer mucho más joven y decide que su matrimonio es el momento perfecto para reavivar la relación con sus tres mejores amigos, una amistad que se ha quebrantado con el pasar de los años. Archie (Morgan Freeman), Paddy (Robert De Niro) y Sam (Kevin Kline) preparan su maleta para vivir una experiencia geriátrica divertida antes de que se celebre el matrimonio de Billy. Cada uno de estos cuatro personajes llega consigo a Las Vegas lo que podemos llamar su propio “bagaje” pero las historias relacionadas con todos estos personajes terminan de manera previsible. La primera idea que surge en su cabeza al ver esta película será sin duda alguna la que será plasmada en la pantalla antes de que aparezcan los créditos del final.
Uno de los pecados más serios cometidos en Last Vegas es que no resulta tan cómico, y el problema reside en el guion. La película se limita a contar el mismo chiste sobre personas viejas una y otra vez hasta cansarnos. No encuentra uno de qué reírse aparte de la edad avanzada de los personajes y este tema es constantemente taladrado en nuestras mentes, Los chistes son lanzados con rapidez y sin parar pero hay que admitir que la mayoría no logra su objetivo cómico. Incluso cuando el elenco tan célebre logra colocar perfectamente su réplica no tienen el impacto suficiente para convertirse en momentos memorables. Lo único que sí se nota en la película es la importancia de los actores. Todos tienen un encanto ilimitado que se vuelve tan tangible en la pantalla que logra disipar los aspectos negativos de la película.
En realidad la única fuente de placer en “Last Vegas” proviene de la participación de los hombres que dan vida a los personajes centrales y de la seductora cantante Diana (Mary Steenburgen). Los cinco actores tienen una química natural que carga con el peso del guión que no tiene nada de cómico. Aunque no se sienta aburrido ni molesto durante la exhibición pero tampoco despertará entusiasmo. El filme avanza a un paso razonable manteniendo siempre una semblanza de competencia general pero nada más que eso.
Aunque Last Vegas no esté difunta desde el inicio tampoco estamos ante una historia rejuvenecedora e innovadora. La fuerza de los momentos más destacados proviene del carisma finamente desarrollado y de la simpatía de los actores en “Last Vegas”; pero tenga presente que si estos actores se sentaran a conversar sin guión en un cuarto seguramente cautivarían nuestro interés. No hay duda que la conversación entre ellos no sería tan tonta. En resumidas cuentas el dicho “lo que ocurre en Vegas debe permanecer en Vegas” quizá debió haberse aplicado en este caso.