A fin de cuentas “Transformers 4: La Era de Extinción” no resulta ser tan torturador como sus predecesores. El primer largometraje “Transformers” fue malo pero no tan malo como para matar el espíritu de la diversión. Pero en el caso de “Revenge of the Fallen” esta tendencia fue abandonada para librarse a dos horas y media de nihilismo presentado a una velocidad enloquecedora – un fenómeno que fue reproducido pero con una dosis letal debilitada en “Dark of the Moon”. No se sabe bien por qué pero “La Era de Extinción” -incluso con casi cuatro veces más de acción descabellada y con cierto fondo que alude al ataque del 11 de septiembre – resulta ser la menos ofensiva de todas las películas de la franquicia. Pudiera que se debe a la ausencia de Shia LaBeouf, o quizás por la participación de un elenco pintoresco encargado de prestar sus voces a los robots. Sin embargo hay algo que queda bien patente: estos distintos aspectos pudieran hacer volar a “Transformers 4: La Era de Extinción” hasta alcanzar alturas nunca antes logradas en términos de la tolerabilidad (considerando también su flagrante duración de 167 minutos), pero la película sigue siendo de todas maneras bastante mala.
La película alude a temas progresistas (y con más fuerza a temas anti progresistas) sin llegar a establecer parámetros específicos. Mark Wahlberg encarna un originario de Texas que al hablar no pronuncia la consonante “r” y su hija adolescente (Nicola Peltz) a la cual protege excesivamente. Y qué crées, al conocer al nuevo novio de su hija – un inmigrante irlandés de 20 años (Jack Reynor) (imaginá lo que ese padre debe estar pensando)es justo el momento que vemos la escena más desestabilizadora de todo el largometraje cuyo objetivo parece ser mostrar el pensamiento liberal y el impacto nefasto de esta forma de pensar sobre los valores norteamericanos. Un Mark Wahlberg no dotado de gran inteligencia, una Nicola Peltz que no para de llorar y un Reynor poco distinguido descubriendo y uniendo sus fuerzas con un Transformer — más exactamente Optimus Prime— con una tarea por realizar. Parece que se trata de algo relacionado con los humanos, o con los Decepticons o con los Dinobots. Sea quien sea (la verdad es que todos están en la historia), lo que hace es esforzarse por mantenerse fuera del alcance de ellos, de salvarlos o luchar contra ellos. Sus amigos participan también en esta misión. Bumblebee, John Goodbot y un samurai Transformer tan racista que quedamos asombrados al enterarnos que la voz pertenece al actor Ken Watanabe, y que no es la voz de un individuo cuyo conocimiento de la cultura japonesa no va más allá de los cortometrajes Looney Tunes que surgieron luego de la segunda guerra mundial.
Y pensar que la incomprensión hace furor en la medida que la “historia” involucra al inventor Stanley Tucci — dándole un aire de Steve Jobs — y el Senador Kelsey Grammer — en un estilo idéntico nada menos que a un Kelsey Grammer. Y mientras van apareciendo argumentos a favor y en contra de la innovación colocadas como si se tratara de un campo minado el público se esforzará por descifrar la sinceridad que pudiese haber en el mensaje que pretende transmitir el director Michael Bay. También resulta difícil entender dónde, cuándo y cómo ocurren los acontecimientos en relación con otro lugar, tiempo o personaje de la película. La geografía de las escenas de acción (quizá sea un error pluralizar esta frase – porque la segunda mitad de la película se trata más bien de solamente una muy larga escena de acción puntualizada por algunos comentarios simples de Tucci) y la coherencia de las escenas no son más que una pensamiento secundario. Llegamos a ver muchas cosas pero sin que jamás sepamos si algo realmente ha ocurrido.
Con un punto culminante que nunca termina y la ausencia de un desenlace la segunda parte del largometraje atormenta mucha más por su mayor atrocidad. Pero gracias a los encantos del elenco (Stanley Tucci se diverte de lo lindo y Goodman resulta encantador pero olviden a Mark Wahlberg, Nicola Peltz, y Jack Reynor) y algunos momentos cómicamente entretenedores (como la lluvia de botellas de cerveza Bud Light o Stanley Tucci gritando sobre las matemáticas...en fin, no sobre las matemáticas pero solamente podés entender cuando veás vos la película), sí se puede sobrevivir a «Age of Extinction». No se trata del mejor cumplido que se le pueda hacer a una película pero sí es posiblemente el mejor cumplido que se pueda dar a una película de la franquicia “Transformers”.