Imposible escribir sobre la película “The Big Wedding” sin cubrirla de tibios elogios. El largometraje reúne un elenco que en otro momento hubiese resultado ser un gancho de venta seguro, pero que en la actualidad es causa de escepticismo, y la intriga tentacular es, en el mejor de los casos, dudable. La película despertara algunas risas pero nada imprevisible surge durante los 30 primeros minutos. El guión es probablemente mejor que el de “The Bucket List” del director y guionista Justin Zackham colocando como estrella a Jack Nicholson y Morgan Freeman, pero haría falta consultar con alguien que haya visto esa película para saberlo.
Diane Keaton y Robert De Niro encarnan a Don y Ellie Griffin, una pareja divorciada cuyo hijo adoptivo se casará dentro de poco. Don comparte ahora su vida con Bebe, cuyo papel es interpretado por Susan Sarandon, que en el pasado fue la mejor amiga de Ellie y que se ha sido aceptada como figura materna por los hijos ya adultos del clan Griffin. Desafortunadamente para Bebe, el futuro esposo, Alejandro (Ben Barnes, que lleva demasiado maquillaje bronceado), nunca le dijo a su madre católica en Colombia que sus padres adoptivos se habían divorciado, y ya que ella decidió de hacer el viaje para estar presente en las nupcias, Alejandro le pide a Ellie y Don que salven las apariencias.
Resultaría demasiado pesado entrar en los detalles del resto de la intriga pero digamos sencillamente que saca a relucir numerosos estereotipos culturales. Nuria (Ana Ayora), la hermana biológica de Alejandro es una bomba sexual latinoamericana. La madre de Alejandro no habla ni jota de inglés y se pasa el tiempo a apretar su rosario mientras dirige miradas de desaprobación al grupo. Topher Grace encarna al hermano de Alejandro, un médico quien a los quince años decidió permanecer virgen hasta enamorarse, una idea que olvida de un todo desde el momento que Nuria se desviste para tomar un pequeño baño en un estanque. Katherine Heigl es otro hijo problemático; ella dejó a su marido porque no lograban tener hijos, y ahora, ella está molesta porque su marido ni siquiera ha tratado de contactarla desde que ella lo abandonó. Amanda Seyfried es la prometida de Alejandro; sus padres son protestantes racistas blancos que se ven horrorizados de ver a su hija casándose con alguien que lleva tanto bronceado falso en el rostro. Como surge cierto alboroto entorno al catolicismo se decide invitar a Robin Williams para hacer semblante de ser sacerdote. Los temas tratados son: los estándares dobles, el miedo de mostrar la verdadera personalidad a las personas que amamos y las revelaciones impactantes. Sólo que estas revelaciones no son realmente estremecedoras.
Inspirada de la película francesa “Mon frère se marie, “The Big Wedding” resulta tan poco memorable como su título genérico. Justin Zackham se apoya en las tomas de planos panorámicos de 360 grados y con una música exageradamente sentimental para intentar cautivar el interés de los espectadores, pero eso no reemplaza un buen guión. Lo único que funcione es el personaje libidinoso encarnado por Robert De Niro, lo cual representa un cambio refrescante con respecto a sus películas recientes. Diane Keaton y Susan Sarandon forman un dúo entretenido y se merecen algo mejor que esta película; a ellas les tendría que haber tocado un largometraje hecho a la medida de las dos tocando sobre la amistad de dos mujeres que ya han cumplido los cincuenta. De hecho, si se eliminara todo lo que tiene relación con el matrimonio y si la historia se hubiese vuelto a reescribir en tanto que comedia dramático sobre la relación complicada entre las tres personas, se pudiera tener una película interesante.